martes, 10 de febrero de 2009

VIOLENCIA : DEFINICION Y CARACTERISTICAS : VIOLENCE : DEFINITION AND FEATURES : 暴力:定义和特征

ANTECEDENTES

La agresividad y las conductas violentas han sido objeto de numerosas investigaciones en el pasado. Por lo general el estudio se aborda desde una perspectiva multidisciplinar que implica a psicólogos, etólogos y neurobiólogos, ya que se considera aceptado que cualquier conducta violenta es el resultado de diversos factores biológicos, psicológicos y socioculturales.

El factor biológico, que es el que ha enfatizado el encuentro anual de la Society for Neuroscience norteamericana, es el que más innovaciones ha aportado en los últimos años debido a los progresos en las tecnologías que permiten medir las reacciones cerebrales ante determinados estímulos, así como compararlas entre diferentes sujetos analizados con imágenes de resonancia magnética.

HISTORIA DE LA NO VIOLENCIA


Aunque la ciencia ya había identificado las regiones cerebrales implicadas en la agresividad humana, así como las reacciones bioquímicas que se producen en nuestro cerebro ante situaciones de miedo, peligro o violencia, lo que aportan las nuevas investigaciones reflejadas en el encuentro de San Diego son evidencias más precisas y completas y la conclusión cada día más evidente de que las reacciones violentas están asociadas a anomalías cerebrales cuyo origen todavía no está bien explicado.


DEFINICION


LA CULTURA DE LA NO VIOLENCIA



Acto agresivo, voluntario o involuntario, que produce un gran daño explícito, físico o psicológico.

La diferencia entre agresividad y violencia es en grado; los actos agresivos se diferencian de los violentos por la fuerza ejercida, el tipo de interacción que implican y en los resultados que producen (Carmona, 2009).

La violencia (del Lat. violentia) es un comportamiento deliberado, que provoca, o puede provocar, daños físicos o psíquicos a otros seres, y se asocia, aunque no necesariamente, con la agresión, ya que también puede ser psíquica o emocional, a través de amenazas u ofensas.

Algunas formas de violencia son sancionadas por la ley o por la sociedad, otras son crímenes.

Distintas sociedades aplican diversos estándares en cuanto a las formas de violencia que son o no son aceptadas.

Por norma general, se considera violenta a la persona irrazonable, que se niega a dialogar y se obstina en actuar pese a quien pese, y caiga quien caiga. Suele ser de carácter dominantemente egoísta, sin ningún ejercicio de la empatía. Todo lo que viola lo razonable es susceptible de ser catalogado como violento si se impone por la fuerza.

Existen varios tipos de violencia, incluyendo el abuso físico, el abuso psíquico y el abuso sexual.

Sus causas pueden variar, las cuales dependen de diferentes condiciones, como las situaciones graves e insoportables en la vida del individuo, la falta de responsabilidad por parte de los padres, la presión del grupo al que pertenece el individuo (lo cual es muy común en las escuelas) y el resultado de no poder distinguir entre la realidad y la fantasía, entre otras muchas causas.

TIPOS DE VIOLENCIA

Violencia directa: Llamamos violencia directa a la violencia física, aquella que tiene por objetivo destruir, neutralizar (herir o matar). Está referido a agresiones físicas (y otras formas). Se puede generar por muchos factores (múltiples formas de discriminación, intolerancia, competencia, territorialidad, nacionalismos, adicciones, etc.).

Violencia estructural:

Consiste en agredir a una agrupación colectiva desde la misma estructura política o económica. Así, se consideran casos de violencia estructural aquellos en los que el sistema causa hambre, miseria, enfermedad o incluso la muerte a la población. Serían ejemplos aquellos sistemas cuyos estados o países que no aportan las necesidades básicas a su población. Si nos remitimos a la definición de violencia como la aplicación de métodos fuera de lo natural a personas o cosas para vencer su resistencia, hablaremos de un abuso de autoridad en el que alguien cree tener poder sobre otro. Generalmente se da en las relaciones asimétricas, el hombre sobre la mujer o el padre sobre el hijo, para ejercer el control. Si bien la más visible es la violencia física, manifestada a través de golpes, que suelen dejar marcas en el cuerpo (hematomas y traumatismos)

Violencia cultural:

Se refiere a los aspectos de la cultura que aportan una legitimidad a la utilización de los instrumentos de la violencia que hemos nombrado anteriormente. Así, por ejemplo, se puede aceptar la violencia en defensa de la fe o en defensa de la religión. Dos casos de violencia cultural pueden ser el de una religión que justifique la realización de guerras santas o de atentados terroristas, así como la legitimidad otorgada al Estado para ejercer la violencia.
Se puede añadir más categorías para las formas de violencia y tales podrían ser:
Violencia emocional: Puede ser más hostil que la primera. Es plasmada a través de desvalorizaciones, amenazas y críticas que funcionan como mandato cultural en algunas familias o grupos sociales y políticos.

Violencia juvenil:

Se refiere a los actos físicamente destructivos (vandalismo) que realizan los jóvenes y que afectan a otros jóvenes (precisemos, aquí, que los rangos de edad para definir la juventud son diferentes en cada país y legislación). En todos los países, los principales actores de este tipo de violencia son los hombres, y la educación social es tal que el joven violento lo es desde la infancia o temprana adolescencia. Sin embargo, la interacción con los padres y la formación de grupos, parches, galladas o pandillas aumenta el riesgo de que los adolescentes se involucren en actividades delictivas, violentas y no violentas (acción directa).

Como vemos, la violencia directa es clara y visible, por lo que resulta relativamente sencillo detectarla y combatirla. Las violencias cultural y la estructural, en cambio, son menos visibles, por lo que suponen más problemas a la hora de reconocerlas propiamente, como su origen y combatirlas.


CARACTERISTICAS

El alcoholismo: un sin número de casos registran que, en un gran porcentaje de los casos en los que las mujeres son agredidas por sus compañeros conyugales, éstos se hallan bajo el efecto del alcohol o de drogas.

Ignorancia y falta de conciencia respecto a creer que la mejor forma de cambiar la situación en la que se encuentra es a través de actos que incluyen violencia física: golpes, pleitos, peleas, zafarranchos, etc., en vez de recurrir a manifestaciones pacíficas, a movimientos sociales pacíficos, a la conversación, al diálogo, a la búsqueda de acuerdos.

El no ser capaces de aprender a controlar los impulsos genera violencia.

La falta de comprensión en las parejas, la incompatibilidad de caracteres: la violencia intrafamiliar es la principal causa de la violencia. Un niño que se desarrolle en un ambiente conflictivo y poco armonioso (con muy poca voluntad de diálogo, con poca capacidad en los padres para la comunicación de los problemas, de las necesidades y de los sentimientos, con muy poca apertura y conversación para aclarar y resolver los problemas y aprender de ellos para no repetir las experiencias negativas) ha de ser, con grandes probabilidades, en el futuro próximo y en el lejano, una persona problemática y violenta, a su vez, con sus propios hijos y/o con quienes estén bajo su poder o influencia (sus empleados, p. ej.).

Falta de comprensión hacia los niños: sin estar conscientes de que los niños son seres inocentes, muchos adultos violentan o agreden o golpean o incluso abusan sexualmente de sus hijos (véase pederastia), generando así graves trastornos emocionales en ellos.

La adicción a sustancias (es decir, la dependencia física y psíquica, no la dependencia únicamente psíquica, a sustancias químicas diversas, tales como la nicotina y otras de las muchas sustancias incluidas en la fabricación industrial de los cigarros; a las bebidas alcohólicas; a las sustancias adictivas ilegales o "drogas", excepción hecha de la marihuana, de la cual se sabe que, aunque puede causar dependencia psíquica, no provoca dependencia física y, por consiguiente, no genera comportamientos violentos en quienes la consumen) es otra de las causas de la violencia. Muchas personas consumen sustancias adictivas con el fin de poder llegar a sentir que son lo que no son en realidad, causando con ello mucha violencia. Son muy frecuentes las noticias de casos en los que se sabe de una persona que, por no poder conseguir la dosis que necesita de la sustancia a la que es adicto (dependencia física), son capaces de asaltar o incluso asesinar.

VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACION

La violencia en los medios de comunicación se puede abordar desde múltiples perspectivas que comprenden el análisis de los contenidos, las rutinas de producción o las estrategias empresariales para aumentar las audiencias.

La difusión masiva de imágenes violentas, la espectacularización de los acontecimientos, la velocidad en la construcción de relatos informativos o las vidas privadas como reclamo conllevan a un proceso de degradación ética y estética que es objeto de estudio de muchos investigadores en comunicación.

EDUCACION PARA UN MUNDO NO VIOLENTO




BASES NEUROLOGICAS DE LA AGRESION HUMANA

Dos estudios llevados a cabo con individuos violentos han podido demostrar que sus cerebros presentan anomalías en regiones muy concretas. Adolescentes considerados violentos reaccionan con miedo y pierden capacidad de razonamiento cuando se les muestran imágenes de rostros amenazantes. En otro estudio se comprobó que la corteza prefrontal es más pequeña en asesinos y personas de comportamiento antisocial. Estos estudios centraron el debate de la reciente conferencia anual de la Society for Neuroscience norteamericana, donde también se puso de manifiesto que la estructura cerebral, que depende mayormente de la genética, no siempre es determinante para que un individuo sea violento, ya que el entorno puede asimismo modificar su estructura. Por Olga Castro-Perea.

Las actitudes violentas y la agresividad tienen un origen neuronal detectado por recientes investigaciones en el campo de la neurología. Déficits muy concretos en la estructura del cerebro parecen subyacer bajo las tendencias violentas y demasiado impulsivas, y su conocimiento podría servir para desarrollar tratamientos preventivos, así como para diagnosticar posibles futuros comportamientos violentos en niños y adolescentes, según un comunicado de la Society for Neuroscience norteamericana.

Aunque estos descubrimientos podrían tener un doble filo a nivel ético (el riesgo de estigmatizar a individuos analizados antes de que puedan hacer algo “malo” o de reducir la responsabilidad moral de asesinos o agresores por su condicionamiento neurológico), los neurólogos enfatizan que los análisis cerebrales sólo pueden predecir riesgos y que, en última instancia, como señala el neurólogo Craig Ferris, de la Northeastern University de Boston (Estados Unidos): “no somos esclavos de nuestra biología”.

ACTIVIDAD EXTRA EN LA AMIGDALA

Recientemente, en el marco del trigésimo séptimo encuentro anual de la Society for Neuroscience en la ciudad de San Diego, se presentó un estudio liderado por Guido Frank, científico y físico de la Universidad de California, que con imágenes de resonancia magnética del cerebro ha analizado la actividad neuronal de un pequeño grupo de adolescentes valorados como “reactivamente agresivos”, considerando la violencia reactiva como una explosión que surge cuando una persona experimenta una tensión, amenaza o dificultad que es incapaz de afrontar de otra forma. Las reacciones de estos individuos son desproporcionadas y, en estos casos, las personas son incapaces de controlarse a sí mismas.

Cuando se le mostró al grupo analizado imágenes de rostros amenazantes, los cerebros de los chicos agresivos, comparados con gente capaz de controlarse, mostraron una mayor actividad en la amígdala, una parte del cerebro que se relaciona con el miedo; y una menor actividad en el lóbulo frontal, región cerebral vinculada a la capacidad de razonamiento y de toma de decisiones, así como al auto-control. La actividad en la amígdala reflejaría que los participantes más agresivos sentían más miedo cuando veían las caras amenazantes y, al mismo tiempo, eran menos capaces que el resto de controlar sus propios actos.

Otro estudio, de Adrian Raine, neurocientífico de la Universidad de Pensilvania que estudia las bases neurológicas de la violencia, fue llevado a cabo con 792 asesinos e individuos con un comportamiento antisocial y con 704 personas de comportamiento normalizado.

DETERIORO DE LA CORTEZA CEREBRAL

Raine y sus colegas descubrieron que en los primeros la corteza prefrontal del cerebro era de menor tamaño en comparación con la corteza prefrontal de los individuos capaces de controlarse. Un meta análisis, presentado en el mismo encuentro anual antes mencionado, de 47 estudios con imágenes cerebrales de adultos, confirmó el descubrimiento de Raine: las personas con un comportamiento antisocial, particularmente aquéllas con un historial de violencia, presentaban deterioros tanto estructurales como funcionales en dicha región cerebral. En este grupo, la corteza prefrontal era más pequeña y menos activa.

Además, estos mismos individuos tendían a presentar daños en otras estructuras cerebrales vinculadas a la capacidad de hacer juicios morales, mayormente en la corteza prefrontal dorsal y ventral, en la amígdala y en el gyrus angular (relacionado con el lenguaje y la cognición).

Los científicos señalan que aún se desconoce cómo se producen estas anomalías cerebrales. La genética condiciona en gran medida la estructura cerebral, pero también pueden contribuir a su desarrollo los abusos que sufra un individuo durante la infancia y la adolescencia.

EL CEREBRO NO ES DETERMINANTE

De hecho, investigaciones realizadas con animales y humanos han sugerido que las influencias del entorno tienen un fuerte impacto en el cerebro, tanto para bien como para mal, porque se ha demostrado que en individuos con predisposición genética a la violencia, el afecto y el cuidado maternos o de cualquier índole en la infancia reducen el riesgo a que se conviertan en adultos agresivos.

Guido Frank asegura que, por tanto, la biología y el comportamiento pueden cambiarse y que la imaginería del cerebro debe combinarse con la terapia y el control individualizado para conocer y modificar los progresos de cada individuo. En el comunicado de la Society for Neuroscience, Craig Ferris declaró por otro lado que la comprensión de la confluencia de elementos, tanto ambientales como biológicos, que producen actos violentos, han sido considerados por educadores, profesionales de la salud y científicos durante décadas.

Además, afirmó que “las tecnologías de imágenes cerebrales y los modelos animales están ayudando a los neurocientíficos a identificar los cambios en la neurobiología cerebral asociados a los comportamientos agresivos. Esta información debería ayudarnos a desarrollar nuevas estrategias de intervención psicosocial y psicoterapéutica”.





NO VIOLENCIA 25 IDEAS SOBRE UNA IDEA PELIGROSA

1 comentario:

  1. gracias por esta extraordinaria informacion les comento que quisiera pertenecer a este grupo para obtener mayor informacion ya que soy oficial D.A.R.E. y trabajo con chavos de secundaria mi correo es zasera@live.com gracias por su atencion.

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